Nuestra Señora
del Buen Suceso
Sucedió de esta manera. Era el año 1610. Mariana de Jesús Torres, que era entonces abadesa del convento y cuya virtud ya era conocida, se distinguió por su devoción a la Virgen del Buen Éxito.
Una noche en el coro superior, mientras Mariana rezaba ante Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, recomendando su comunidad a la Santísima Virgen, notó una luz suave que repentinamente apareció en el aire. Envuelta en ella estaba la Madre de Dios acompañada de ángeles. En su brazo izquierdo llevaba al Divino Niño.
Abrumada por la emoción, Mariana de Jesús se arrodilló ante María y, incapaz de contenerse, preguntó cuál era el propósito de una visita tan celestial. A esto la Madre de Dios respondió amablemente: 'Soy María del Buen Éxito, a quien has invocado con tan tierno cariño. Tu oración me ha agradado mucho. Tu fe me ha traído aquí. Tu amor me ha invitado a visitarte.
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